En esta ciudad, resulta imperativo deleitarse con los exquisitos "Tallarines Mollendinos", una deliciosa experiencia culinaria que cautiva incluso a los paladares más exigentes. Este manjar no solo destaca por su sabor inigualable, sino que también cuenta con una fascinante historia que ha perdurado a lo largo de décadas, transmitiéndose de generación en generación entre los descendientes de doña Pastora Zegarra.

En la década de 1950, Doña Pastora Zegarra estableció su presencia en la esquina de las calles Deán Valdivia y Arequipa. En este rincón, la hábil destreza de esta respetable dama se manifestaba a través de la preparación de un manjar único. Casi de manera ambulatoria, ofrecía este deleite que consiste en finas y largas hebras de masa, cuya receta se guarda celosamente como un secreto de familia. Estos se cortan en segmentos que imitan la forma tradicional de los tallarines y se cubren con una irresistible melaza de caña proveniente del valle de Tambo. Además, se sirven con trozos de limón frito, delicadamente recubiertos de miel, una tradición que ha perdurado a lo largo de seis décadas.

Con el paso del tiempo, Don Elías Chávez Zegarra, hijo de Doña Pastora, se convirtió en el digno heredero de este encantador manjar. Recordado por sus animados pregones de "Ta, Ta, Ta Tallarines...", transmitió la responsabilidad de mantener viva esta tradición a su hija, Analú Chávez Bautista. Actualmente, ella lidera con entusiasmo este atractivo dulce, aportándole un toque de sabor aún más delicioso, destacando la frescura y la textura crujiente del limón.

La cuarta generación también se suma a la historia, con las biznietas, entre ellas Shirley Chávez Bautista, comprometidas en continuar el legado familiar y llevar adelante este negocio con encanto.