EL CHIFLAY MOLLENDINO O CHUFLAY
Un refresco especial creado por casualidad

Una de las tradicionales bebidas de Mollendo que ha ido desapareciendo con el tiempo es aquella que se elaboraba con cerveza, un toque de pisco y la refrescante gaseosa Nectarín. En diversos relatos históricos se narran distintas versiones acerca de su denominación, planteando así la interrogante: ¿se le conoce como CHIFLAY o CHUFLAY?
En un relato recogido en uno de los libros sobre la gastronomía arequipeña, se cuenta que en 1943, la ahora célebre bebida tuvo su origen en el restaurante de Blanca Salazar de Grossman, ubicado en la estación de Ferrocarril de Mollendo.
Un grupo de ferrocarrileros, descontentos por la amargura de la cerveza que estaban consumiendo, expresaron su queja a la Sra. Blanca Salazar de Grossman. En respuesta, esta hábil mujer preparó una mezcla única en una jarra de cerveza, añadiendo gaseosa Nectarín, hielo, pisco y jugo de limón. Al probarla, Mariano Salas exclamó sorprendido, "Qué chuuuu...", quedando momentáneamente en silencio al notar la mirada seria de la Sra. Blanquita. Sin embargo, rápidamente añadió, "Flay nos ha preparado, Sra. Blanquita". Así nació esta bebida ahora emblemática de Mollendo. La posible confusión en la denominación puede deberse al término "Short Fly" (CHOO FLAY), una expresión en inglés común entre los ferrocarrileros y utilizada también en Bolivia y Chile. No obstante, en Mollendo siempre se ha conocido con el distintivo ChiFlay (CHI FLY), quizás como una forma de diferenciar y honrar su origen local.
En el otoño de 1952, después de una extenuante jornada laboral, un grupo de brequeros del ferrocarril buscó descanso en el bar y pensión situado frente a la estación en la calle 28 de julio N° 102, propiedad de la señora Blanquita Salazar de Grossmann. Eran las 3:30 pm de una tarde propicia para el merecido relajo.

La intención de estos robustos y laboriosos porteños era iniciar una competencia de cachito (un juego de dados). Mientras disfrutaban de bocaditos, como la salchicha picante argentina acompañada de habanos Upmann, un motivado y bromista maquinista destacaba al elevar el tono de su voz y solicitar a viva voz, ¡Una jarra de Chuflay, yo pago doña Blanquita! Así daba inicio a la alegre juerga, con Chuflays sucediéndose uno tras otro hasta altas horas de la noche. Luego, la culminación de la celebración marcaba el momento en que todos abandonaban el establecimiento, algunos con dificultad, para dirigirse en diferentes direcciones, ascendiendo la empinada calle con sus características chaquenas.
Existen relatos transmitidos oralmente que sostienen que décadas atrás, esta bebida fue introducida por los ingleses de la Peruvian Corporation, concesionarios del ferrocarril. En aquel entonces, se afirma que la receta incluía otros "ingredientes" como el ginger, la ginebra, además del amargo de angostura y soda. También se dice que fueron los bolivianos quienes, en la década de los 40, introdujeron esta noble bebida, que aún perdura en Oruro y La Paz.
Debido a la complicada obtención y el elevado costo de los ingredientes originales, en el ingenio de doña Blanquita se gesta una adaptación ingeniosa de la receta. En lugar de la gaseosa Nectarín, la versión casera de esta famosa bebida incorpora cerveza blanca y naranjín, acompañadas de una copa de pisco moqueguano, limón, hielo y una pizca de sal, todo cuidadosamente mezclado en una jarra de porcelana.
El término "chuflay" es una palabra inglesa latinizada, derivada de "short fly", que se traduce como "vuelo corto". Inicialmente concebida como una especie de cóctel, en el argot ferroviario adquirió la función de proporcionar energía, convirtiéndose hoy en día en una bebida emblemática de Mollendo. Posteriormente, los estibadores del muelle también adoptaron la costumbre de disfrutarla bien fría entre jornada y jornada.
Con la ausencia de doña Blanquita, esta exquisita bebida cayó en el olvido, agravado aún más por el cierre tanto del ferrocarril como del puerto.
No se busca realizar una exhaustiva disquisición en cuanto a su pronunciación; tanto "chuflay" como "chiflay" son equivalentes.
Ocasionalmente, se disfrutaba de esta bebida en reuniones familiares de auténticos mollendinos. En pleno siglo XXI, hemos decidido emprender la tarea de recuperar nuestra apreciada bebida ferroviaria.
La Receta
Ingredientes
- Gaseosa (fanta, tuti fruti o nectarín) una botella de 500ml
- Cerveza blanca arequipeña, 2 botellas
- Rodajas de limón
- hielo en cubitos
- Pisco puro (aguardiente de uva) 1 vaso
- Jugo de limón (opcional)
- Anisado 1 copa (opcional)
- Sal, una pizca (opcional)
Preparación
Se utiliza una jarra de vidrio que se llena primero con cerveza. Luego, se añade una copa de pisco acompañada de 10 cubitos de hielo. Posteriormente, se vierte la gaseosa, seguido de un vaso de jugo de limón y una pizca de sal. ¡Salud, compadre!
Observaciones

La preparación es instantánea, sin necesidad de pausas; esta bebida se distingue por su elegancia y embriagador contenido de alcohol. El vaso, que en sus inicios era de coco, ahora es preferiblemente de vidrio, y se puede decorar con una rodaja de limón. En algunos casos, se solía seguir la tradición de utilizar un pequeño vaso de vidrio lleno de pisco, hundiéndolo en la jarra hasta el fondo, conocido cariñosamente como "el submarino".
El chuflay vio la luz y se consolidó en el número 102 de la calle 28 de julio, en la bajada hacia la Estación de Ferrocarril.
Posteriormente, encuentra un nuevo hogar en el bar El Caimán de la calle La Mar, donde los transeúntes portuarios disfrutaban de su sabor, aunque sus efectos a menudo resultaban devastadores y culminaban en situaciones jocosas. Desde este punto, su popularidad se extendió a otros bares en los barrios periféricos del puerto.
El chuflay regresa para refrescar las gargantas de los inconfundibles y asiduos bebedores mollendinos.
Desde el año 2005, el chuflay es oficialmente declarado como la Bebida Bandera de Mollendo. Esta distinción se celebra anualmente a partir del tercer sábado del mes de febrero, marcando un cambio significativo al reemplazar la tradicional champaña espumante. Ahora, el chuflay se ha convertido en la elección predilecta para eventos protocolares, inauguraciones, aniversarios, techamientos y otras ocasiones especiales, destinado a ser la bebida central en futuros brindis de honor.