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PRIMER GRAN INCENDIO EN MOLLENDO EN ABRIL DE 1912

DESTRUYÓ SIETE MANZANAS

Vista panorámica del incendio ocurrido en 1912

Existen muchos mollendinos y residentes en nuestra ciudad que hasta el momento no conocen los pormenores de este incendio, que ha sido el mayor que ha sufrido Mollendo, pues destruyó siete manzanas de casas que contaban con varios edificios públicos, lamentándose especialmente la desaparición de la Municipalidad Provincial de Islay, trayendo como consecuencia la pérdida de sus archivos y documentos de importante valor para la historia del puerto.

El incendio sorprendió a la población en la madrugada y nada pudo la abnegación y los empeños heroicos de los bomberos por detenerlo, dándose el hecho singular de que el comandante de los bomberos, señor Ricardo Pérez Reyes, vio arder y reducido a cenizas todo su patrimonio.

El Dr. Mateo Francisco Velarde Herrera (fallecido) fue testigo de excepción quien nos narra los hechos: "Fue el amanecer del día 2 de abril del año 1912, aproximadamente a las 2 de la madrugada. Las campanas de la iglesia, de la bomba y de la Sociedad Fraternal de Artesanos, tocaron alarma y todo el mundo se levantó para ver lo que ocurría. Cuando irrumpimos a la calle, contemplamos el cielo iluminado de la parte baja de la ciudad se elevaban hacia las nubes, enormes lenguas de fuego, podríamos oir cómo crujía a madera, se achicharraban las cosas, reventaban de vez en cuando los depósitos de materiales inflamables, las calaminas volaban por el aire, como si fuesen pequeños aviones, las personas se miraban curiosas, no sabían qué hacer. Los damnificados con tristeza veían como arde sus pertenencias de lo que hace pocos instantes habían constituido sus muebles.

El fuego se propagó rápidamente de la manzana originaria que es la comprendida entre la plaza Grau, calles Arequipa, Zavala y Comercio hacia las manzanas vecinas, terminando en punta en lo que hoy es la plaza Bolognesi con una casa enorme que llamaban la 'Casa del Buque' de propiedad de la familia Dorich; y también hacia la manzana comprendida entre las calles Comercio, Huáscar, Blondell y Zavala, que se consumieron muy rápido ya que el viento del sur arreció y constituyó un poderoso aliado de las llamas que traspasaron a las otras manzanas situadas entre Zavala, Comercio, Arica, Aguirre y Blondell. Finalmente las llamas avanzaron hacia la última manzana incendiada en gran parte, ubicada entre las calles Arica, Tambo (hoy Dean Valdivia) y Comercio; y digo en forma parte porque los bomberos destruyeron todas las casas situadas en la calle Tambo para construir un cortafuego, ayudados por el viento que amainó y las llamas terminaron".

El Dr. Velarde recuerda como el comandante de la bomba, Ricardo Pérez, con una mano, porque era manco, ayudaba a tirar hacha a las casas de la calle Tambo, unido y acompañado de sus bomberos que se comportaron como caballeros con dignidad, limpieza, honor, como que para ser bomberos en aquellos tiempos se requerían muchas condiciones ya que la "flor y nata" de la juventud honraba perteneciendo a la Compañía de Bomberos.

Alrededor de las 6 de la mañana en solo cuatro horas, el espectáculo había terminado, seis manzanas totalmente destruidas, todas sus construcciones habían ardido con la celeridad de un cerillo. Construcciones modernas, confortables, elegantes, muy bien equipadas, muy bien tenidas, algunas con mucha riqueza y comodidad fueron pasto de las llamas. Todas las familias damnificadas presa de una situación sumamente triste, algunas casi sin ropa pudieron salvar así la vida; millones de soles de pérdida y rostros hondamente apesadumbrados, constituían el fondo de este siniestro.

Así como los bomberos trabajaron heroicamente, hubo mucha gente de la parte alta de la ciudad, que llevada por su morbo, empleó su rapacidad para salvar del fuego cosas que no les pertenecía y robándose así sin escrúpulos, cosas ajenas. La policía era escaza y si hubiera actuado, algunos de estos desalmados que robaban hubieran muerto. Muchas cosas fueron enterradas, otras enviadas fuera especialmente a Camaná. Los magníficos y bien surtidos almacenes quedaron totalmente convertidos en campo raso.

Como corolario de este gran incendio quedó la costumbre de cuando alguien usaba una prenda nueva; pues le decían que era de "marca incendio" lo que dio origen a muchos disgustos, peleas y "pateaduras" ya fuese corbata, un traje o un sombrero, le decían "marca incendio". Así como también, pasados algunos días cuando las cenizas enfriaron, los chiquillos comenzamos a buscar "suvenires", recuerdos, entre los escombros, medallas monedas, cuanto objeto de metal pudo salvarse de entre las llamas de aquel gran incendio del 2 de abril de 1912.

El Dr. Velarde Herrera, que llegó a ser teniente médico de la Compañía de Bomberos Mollendo N° 12, nos narra que hizo todo lo humanamente posible por conocer a ciencia cierta, los motivos por los que se produjo esta catástrofe, y dijo: "Unos decían que a espaldas del Correo, que estaba situado donde hoy funciona la Agencia de los Sres. Roberts y Cía, y que era de propiedad de los mismos, aducían que la 'Mala Real' o sea, el correo de ultramar (Europa y Estados Unidos) habían llegado muy gordo, muchas encomiendas, que hubo depredaciones, etc. y que hubo interés en desaparecer las muestras. Otros decían que el siniestro se originó a espaldas de la bodega del 'Negro' Coronado, así le llamaban al dueño de este establecimiento situado donde hoy está la Corporación Peruana de Vapores (en la actualidad de propiedad del edificio de la SUNAT), en esos tiempos era de propiedad de la familia Trebino. Lo cierto es que hubo una póliza de seguros y que éste se cobró para premiar la audacia y la falta de vergüenza".

Solo falta indicar que en este dantesco incendio, lo más penoso fue el final del Palacio Municipal, pequeño Centro Cívico donde además del Ayuntamiento, funcionaban la Escuela Municipal de Varones, la Beneficencia Pública, los juzgados y la Cámara de Comercio.

También es necesario resaltar que a día siguiente del siniestro llegaron de Arequipa auxilios y carpas, que se instalaron en la hoy Av. Mariscal Castilla, otros asilaron en casa de amigos.

En aquellos tiempos los mollendinos eran como miembros de una sola familia; nadie usaba cerraduras ni candados en sus puertas y NUNCA alguien se quedó de robo de ninguna especie, era el comienzo de lo que el cronista llama, "La época de oro de Mollendo".


Publicado por Diario Prensa Regional el 15 de agosto del 2015
Un aporte del periodista Luis Enrique Rivera Salas
DOCTOR MANUEL DE TORRES MUÑOZ
AURELIANO ALEJANDRO NAVARRETE CARMELINO
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