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ALFONSO CASTRO CÁCERES

El recordado sacerdote

Reverendo Alfonso Castro Cáceres

Mollendo siempre se caracterizó por tener en los religiosos, personajes que obraron por el camino de la bondad, y el amor al prójimo y como una pléyade de hombres que abrazaron el camino de la fe, hoy los tiempos han cambiado.

Alfonso Castro Cáceres nació en Arequipa, el domingo del 25 de diciembre de 1910 día en que se conmemora la natividad de Nuestro Señor, fueron sus padres don Romualdo Castro y doña Rufina Cáceres de Castro, de cuyo matrimonio tuvieron 11 hijos, siendo Alfonso el penúltimo de esta notable familia de bien.

Realizó sus primeros estudios tanto la primaria como la secundaria, en el colegio Salesianos de Arequipa, que está ubicado en la calle San Pedro cerca de Miraflores, motivado por la fe religiosa decide ingresar al Seminario de San Jerónimo.

Al egresar del Seminario es ordenado de sacerdote el 11 de enero de 1936, la primera oportunidad que tuvo fue la posibilidad en seguir estudios de doctorado en Derecho Canónigo en la Universidad Gregoriana de Roma, más pudo su desprendimiento por sus semejantes, cediendo esta nominación a un compañero del seminario, tal su destino estaba marcado para servir y propagar la fe y la espiritualidad de la iglesia romana.

Su primera labor sacerdotal la realizó como preceptor del Colegio Nacional de la Independencia Americana en el curso de Religión.

El 16 de julio de 1940 el padre Castro como así lo conocían, recibe la Bendición del Papa Pío XII (Eugenio Pacelli).

Hombre de principios, de brillante pluma, escritor por antonomasia ingresa a laborar en el diario arequipeño El Deber, fue en el año de 1949 cuando escribía artículos sobre la seguridad del Estado, comentaba sobre las represiones que se realizaron con motivo de la Revolución popular de Arequipa en el 50, que afectaban los intereses de la oligarquía militar del golpista Manuel A. Odría Amoretti, es así que el nefasto ministro de Gobierno y Policía Alejandro Esparza Zañartu lo “invita al destierro” enviándolo a la Argentina del régimen de Juan D. Perón, en este país ejerció la docencia, residía en Villa Devoto.

Regresó al Perú en 1952, pero el sábado 28 de marzo de 1953 cuando tenía por entonces 42 años es enviado por el arzobispado de Arequipa para ocupar la Vicaría foránea de Mollendo, siendo Párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, era Semana Santa.

Una concurrencia a la misa del domingo era un punto obligado a la reflexión, a reencontrarse no solo consigo mismo, sino con la palabra de Dios en la presencia del padre Castro, inspiraba confianza, cariño y sobre todo un gran carisma, de voz pausada y baja, pero con dominio para disertar claramente la doctrina cristiana.

La función de este clérigo fue más allá de los muros de la iglesia, realizaba labores sociales, solía participar en las reuniones sabatinas en los hogares de la ciudad, recuerdo haberlo visto en mi casa en un lonche que les ofrecieron junto a los vecinos de la cuadra de la calle Tacna, solucionaba problemas de incomprensión familiar, constituyó varias agrupaciones de bien social, como los catecismos, clubs de ajedrez.

La residencia del cura del pueblo, como así decían los viandantes de la época, era conocida como la Casa Cural, convertida en una especie de casa hogar, oficina de consultoría empresarial, una oficina de servicio social y hasta el asesoramiento para una Cooperativa de crédito, apoyo a la Juventud Obrera Católica, también atendía a los jóvenes de condiciones humildes, muchas veces los alimentaba a costa de su salud, tal como narraba el joven de entonces Froilán Barrios Valdivia, mantuvo siempre su condición de periodista escribiendo para el periódico porteño como El Eco de Mollendo, quincenario importante de la ciudad.

El padre Castro ejerció la docencia enseñando el curso de religión y filosofía en el Colegio Nacional Deán Valdivia, su presencia inspiraba respeto y cariño de los educandos, debo confesar que fui uno de sus alumnos allá por el año de 1965.

Conferencista magistral y miembro de varias instituciones culturales entre ellas el Círculo Cultural Mollendo, realizaba eventos religiosos, teatro y charlas para la familia en el Salón Parroquial.

Hasta que un día empezó a notar un decaimiento en su salud, había preocupación en la feligresía mollendina, hasta que se ausentó de Mollendo en 1968 por poco tiempo, al volver a regresar lo hizo, pero aun así seguía con el entusiasmo de ayudar a los jóvenes como manifestaba el chico Teddy Aizcorbe.

El día 11 de abril de 1970 marcará una tristeza enorme en el pueblo católico de Mollendo, por disposición del Arzobispado de Arequipa, es cambiado a esta ciudad, hubo mucha pena, lágrimas, cánticos, vítores y oraciones. En la ciudad blanca tuve la ocasión de encontrarme con él y me dijo que estaba trabajando con el cargo de capellán del hospital Honorio Delgado Espinoza, en 1982 al poco tiempo lo volví a ver esta vez en el Hospital del IPSS, siempre con el mismo cargo, su misión era dar consuelo espiritual a los enfermos que estaban en sus instalaciones, logré encontrarme nuevamente en Miraflores, resulta que vivía en la Av. Progreso en la novena cuadra cerca a la casa donde yo residía, casi frente al parque Mayta Cápac, éramos vecinos.

El padre Castro, una reunión familiar en la calle Tacna 141, rodeado de las señoras Ninfa de Wong, Carmen Martínez de Siu, Livia Jara de Chávez, Pancho y Trini Fernández y Juana Gutiérrez

El 11 de enero de 1986 con motivo de celebrar sus Bodas de Oro sacerdotales, el arzobispado de Arequipa le rindió un homenaje y le otorga un pergamino.

La Municipalidad provincial de Islay le entrega un diploma y la Medalla de oro de la ciudad y, como un reconocimiento por su meritoria labor pastoral en bien de la formación intelectual y cristiana de la niñez y la juventud el alcalde Luis Cáceres Velásquez le otorga el Diploma de Honor de la Ciudad.

El padre Castro siempre que disponía de tiempo regresaba a Mollendo visitando a los amigos y jóvenes.

Cada vez más cansado y con los años encima, nuestro carismático curita era consumido por la enfermedad se realizaron misas de salud, con su presencia.

Hasta que llegó el 3 de diciembre de 1991, el día más triste en la historia de Mollendo, fallece en Arequipa, nuestro gran hombre y luchador social, doblaron las campanas de la iglesia de la Inmaculada Concepción lugar donde residió y trabajó por espacio de 18 años, toda una vida al servicio de Dios y al prójimo, con profunda emoción y tristeza nosotros los que estábamos radicando en la ciudad blanca, acudimos a su entierro en el Cementerio de La Apacheta, luego de 4 años de paciente labor, se logra trasladar sus restos a su pueblo querido, trabajo encomendado al profesor Teddy Aizcorbe y, con el apoyo de la Sociedad de Beneficencia Pública de Mollendo y la Municipalidad provincial de Islay presidida por el alcalde Pastor Céspedes logran el 3 de diciembre de 1995 traer sus restos a nuestro cementerio, y ser ubicado en el mausoleo del sector central de la memoria eterna.

Paz para este noble y generoso hombre de la religiosidad y la prensa.


Un aporte del historiador mollendino Enrique Chávez Jara
CARLOS BACA-FLOR
DOMINGO ROJAS CAVENECIA
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2024-10-13 09:38:29
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